Las efervescencias poéticas de Milho (minientrevista I)
Milho Montenegro, leído así, de repente, parece el
nombre de un galán de telenovelas brasileñas. Pero no, se trata de un poeta que
ha elegido ese seudónimo para firmar sus obras, seleccionadas en más de 20
antologías de varios países. Poeta de verbo sutil, resonancias clásicas,
transparencia en el lenguaje, pasión por el buen decir, diplomacia, con
espíritu de aunar grupos y bondades, sus versos se pueden leer, además, en un
primer libro, Rostros de ciudad
(Editorial Montecallado, 2015), canto de
amor a la ciudad de La Habana que le valió una Primera Mención en el Premio Uneac David 2012 y otra
en el Premio Félix Pita Rodríguez en el 2013.
Es el más
mencionado y el más antologado. Su vocación de buen samaritano le ha inspirado
a escribir reseñas o a entrevistar autores de su generación y ya resulta raro
no ver su nombre (o su heterónimo) encabezando diversas colaboraciones
periodísticas en La Jiribilla o Esquife 2.0, en El Caimán Barbudo o en portal web de la Asociación Hermanos Saíz,
donde también pertenece. Nuestra amistad ha cimentado a través del chat del
omnipotente Facebook. No hay semana en la que no hablemos por esa red social y
compartamos/conspiremos/debatamos sueños y ambiciones semejantes que pululan en
el mundo de la literatura.
Tiene libros pendientes de publicación en España y
Estados Unidos. Su cuaderno “Umbral de las
zonas detestables”, al cual pertenece Sostener
la Isla (el poema que presentamos a continuación), alcanzó Mención en el
Premio Nacional de Poesía Reina del Mar Editores 2016. Milho y yo solo nos hemos visto una vez en vivo, en el Centro
Cultural Dulce María Loynaz. Ya vendrán otras oportunidades y otra entrevista
más extensa. Su alter ego, Alain Santana López, nació en La Habana en septiembre de 1982 y es licenciado en
Psicología General.
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Milho Montenegro (o Alain Santana López). |
¿Por qué
elegimos la poesía?
La poesía es un medio eficaz para expresarse, recibir
placer, liberar el peso de las emociones que nos habitan dentro. Es puente,
voz, plataforma. Existe en todas partes como una espora, átomo de vida que se
mueve y cambia y se multiplica constantemente. Nosotros somos parte de su
existencia, de su verdad. En cada poema, verso, damos fe de su esencia
transformadora. No la elegimos: es ella quien nos abraza, nos impulsa y
devuelve –quizás para siempre– a un nuevo universo en el que somos, los poetas,
sus discípulos más fieles.
¿Qué autores
no pueden faltar en la biblioteca de un buen poeta?
Aquellos que en cada lectura descubras una emoción
renovada, una idea viva. Los que te hagan valorar la escritura desde su
autenticidad y empuje. Los que hayan sabido entender su época, su realidad,
traduciéndola, transformándola a través de su faena. Aquellos que despierten
efervescencias por parvas o efímeras que sean y te hagan regresar siempre a su
obra. Los que –aun sin querer–señalen un camino y vayas, con orgullo, siguiendo
sus pasos en los tuyos propios.
¿Qué opinas
de los premios literarios?
Estos siempre suponen visibilidad, empuje, atención,
para el autor y su obra. Pero también está la cuestión psicológica del
escritor, un galardón implicaría, además, seguridad, confianza en lo que hace.
Ciertamente, un reconocimiento literario viene a ser como un indicador –sise
acepta esta manera de decirlo– de que el tiempo empleado, las lecturas, los
desvelos, los esfuerzos que convergen en un verso o poema, van por buen camino.
Aunque –aclaro– no siempre los premios literarios son prueba fehaciente de
calidad. Pero en muchos casos lo son y esa es la versión con la que prefiero
quedarme. Por supuesto, todo depende, todo es relativo, ahora pienso en
Kavafis, quien jamás obtuvo un premio por su obra y es uno de los poetas más
leídos, estudiados y seguidos por lectores, críticos y catedráticos de todos
los tiempos.
Sostener la Isla
Como una Palma Real me aferro al cuerpo/ a la urdimbre de
la Isla/ hundo mis raíces hasta la médula de la tierra/ de sus ubres
subterráneas succiono sangre/ clamor/ la historia de sus muertos: savia que
nutre los capilares/ el penacho/ Como Palma Real me acostumbro a los presagios/
al roce de la sal/ Me levanto en el balbuceo del alba y observo con dignidad el
horizonte/ soportando el peso/ la estrechez/ Llevo en mi tronco el vestigio de
los días/ de tantas intemperies/ rastros de persistencia que son todo mi atributo/
lo que ofrezco a aquel que se aleja y vuelve al linaje de lo elemental/ Soy
como la Palma Real: hombre ceñido a la tierra que va buscando un lugar/ algún
modo de sostener la Isla/ de apuntalar el país.
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